miércoles, 31 de octubre de 2012

AMELIE




                                         


                                                                   Amelie

     Corría el año 2001, cuando el director francés Jean-Pierre Jeunet ( "Delicatessen", 1991 y "Alien Resurrection", 1997 ) sorprendía a todo el panorama cinematográfico con una original comedia llamada "Amelie".  Ésta, se convertirá no sólo en su película más popular, reportándole numerosos premios y cinco nominaciones a los Oscars, sino también en una de las más taquilleras de la industria francesa.


   Amelie Poulain (Audrey Tautou), es una joven cuya infancia se ha visto marcada por la soledad e incomprensión de su aséptica familia( Rufus Sewell y Lorella Cravotta), viéndose obligada a vivir en un mundo de fantasía e imaginación que le acompaña hasta la edad  adulta. A los veintidós años abandona el hogar familiar para instalarse en el barrio parisino de Montmatre donde trabaja como camarera en un café. Allí conoce a una serie de variopintos personajes: 
    Raymond Dufayel (Serge Merlin) un vecino con "huesos de cristal", una enfermedad que desde hace años le obliga a permanecer encerrado en su casa con la única distracción de pintar de forma recurrente "El almuerzo de los remeros" de Renoir.
   Suzanne (Claire Maurier), la propietaria del "Café des 2 moulins" en el que trabaja Amelie.
   Gina (Clotilde Mollet) y Georgette (Isabelle Nanty), la camarera y la hipocondríaca vendedora de tabaco del café.
    Hipólito (Artus de Penguern), un escritor fracasado incapaz de ver publicada su obra.
    Joseph (Dominique Pinon), el  despechado exprometido de Gina, al que recordareis por el papel de Fredy Mazas en "La gran aventura de Mortadelo y Filemón"(2003) de Javier Fesser.
    Madeleine Wallace (Yolande Moreau), una melancólica mujer que vive bajo el tortuoso recuerdo de la infidelidad de su fallecido marido.
    Mr Collignon (Michel Robin), el gruñón frutero del barrio que martiriza a su alelado ayudante Lucien (Jamel Debbouze).


    Un 30 de agosto de 1998, mientras ve por televisión la trágica  noticia de la muerte de Lady Di, descubre por casualidad una pequeña caja con cosas de un niño que vivió en ese mismo piso hace años. Amelie se pregunta como sería para el reencontrase con todos esos recuerdos de su infancia y emprende la búsqueda de su propietario con la premisa de que si se emociona al recibirla, dedicará su vida a la filantropía. Dominique Bredoteau (Maurice Bénichou), se embargará de emoción al recibirla. Así, Amelie comenzará a de forma anónima a intentar, mediante pequeñas tretas, alegrar la vida de todos los protagonistas. 
   En su periplo altruista Amelie conocerá a Nino Quincampoix (Mathieu Kassovitz), un joven con una idéntica infancia solitaria que colecciona fotografías desechadas de un fotomatón y quien hará que se plantee la búsqueda de su descuidada felicidad personal.

    La profunda e intensa voz en off de André Dussollier nos narra esta peculiar "historia de historias" coescrita por el propio director y Guillaume Laurant, novelista y guionista habitual de las películas de Jeunet.

     Para introducirnos a cada personaje, el narrador nos describe aquello que les gusta y lo que por el contrario no les gusta. Al fin y al cabo, nuestros gustos nos definen e individualizan. Porque eso es en esencia esta película, un alegato a favor de lo diferente y en contra de la globalización de las personas. Por ello el director se detiene en la captación sensorial de los detalles con imágenes que recrean sutiles matices de la personalidad de los protagonistas.
Todo ello mediante una fotografía colorista que impacta visualmente al espectador y que hace que los bohemios escenarios en los que se desarrolla el film y la siempre espectacular ciudad de París, luzcan aún mas si cabe.

    Además, la película incorpora una serie de efectos visuales paralelos tales como juegos de cámara, flasbacks, imágenes en blanco y negro o extraídas de otros contextos que dotan a la historia de tono efectista que nos hace sumergirnos más y más en ese universo poético en el que vive Amelie.



  Aunque en un principio para el papel se pensó en Emilly Watson, será Audrey Tautou quien finalmente de vida a la soñadora Amelie. Un papel que le la lanzó a la fama internacional y que le permite hacer gala de todo un abanico gestual que nos dejan ver los innumerables primeros planos de la protagonista. Su buen hacer y el del resto de los actores dotan al film del tono surrealista que irradia.





 
   Yann Tiersen es el encargado de una banda sonora con marcados tintes de "chanson" donde  se integran temas compuestos ex-novo para el film y algunos otros pertenecientes a sus anteriores álbumes. Una delicia para los oídos sin lugar a duda que nos transporta a ese  París  que sólo se ve en las películas.




   
    
    Una fabula optimista y cautivadora que se deja empapar por el cine francés de Tati, Carné o Demi, y que "toca a la película como si de una varita mágica se tratase" con ese " je ne sais pas" que sólo unos pocos maestros del cine francés saben darle a sus películas.

      Amelie habla de como "el efecto mariposa" rige nuestras vidas y de como por supuesto, la casualidad puede marcar nuestro destino, de la despreocupación por lo convencional, de la pérdida de prejuicios y de la felicidad sincera que se encuentra en lo sencillo.

                               "Cuando el sabio señala el cielo, el tonto mira al dedo".


   Es esta una película que provoca sentimientos encontrados, pero está claro que como diría Hipólito, "son tiempos difíciles para los soñadores". En mi opinión, es una película con la que disfrutar durante sus ciento veintidós minutos imaginando como sería vivir en un mundo así, lleno de color e inocencia y haciendo que cada uno de nosotros nos sintamos especiales.

                                   

  
  
  Podemos encontrarla en diferentes ediciones en Dvd y en formato Blu-Ray. 


                                                              

                                                

                                                                                    Carlota García Fernández.

                                                                                       


                                                                       

  

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